giovedì 6 novembre 2014

[Henciclo] interruptor - Hombres de madera - la columna de H enciclopedia

 
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   LA RESIGNACIÓN DEL PRAGMATISMO INTRASCENDENTE
Hombres de madera
Gustavo Espinosa
Una de las modalidades dela crítica instauradas por la modernidad consiste en declarar que ciertas prácticas o ideas originadas en culturas premodernas (excéntricas respecto de la propia modernidad, cuando no subordinadas o destruidas brutalmente por ella) resultan más racionales o moralmente más aceptables que ciertas prácticas o ideas modernas. Quizás el fundador de este procedimiento sea Montaigne, quien en su ensayo Acerca de los caníbales, anticipa el modelo de buen salvaje, desarrollado siglos después por Rousseau, y nos recuerda, de paso, que el horror y la irracionalidad nunca han sido rasgos exclusivos de los bárbaros: No dejo de reconocer la barbarie y el horror que supone comerse al enemigo. (...)Desgarrar por medio de suplicios y tormentos un cuerpo todavía lleno de vidaasarlo lentamente y echarlo luego a los perros o a los cerdos; esto no sólo lo hemos leído, sino que lo hemos visto recientemente, y no es que se tratara de antiguos enemigos, sino de vecinos y conciudadanos, con la agravante circunstancia de que para la comisión de tal horror sirvieron de pretexto la piedad y la religión. Esto es mucho más bárbaro que asar el cuerpo de un hombre y comérselo después de muerto.

Este dispositivo crítico (especie de homeopatía o antídoto de la civilización) se ha continuado, vulgarizado y extremado hasta hoy. Uno de sus matices es la interpretación de ciertas leyendas o narrativas de explicación como admoniciones proféticas, como advertencias legitimadas en un saber arcaico y elemental que solo hemos llegado a comprender tarde, mal o en vano.

Ojalá que la simple analogía que pretendo mostrar (entre un relato maya y ciertas situaciones o tendencias actuales) no aparezca demasiado contaminada de esa tradición antimoderna.

El Popol-Vuh, Libro del concejo (¿o consejo?), o de la comunidad o de las esteras, según diversas traducciones y transculturaciones, es una recopilación de tradiciones del pueblo maya-quiché. La manera en que llega hasta nosotros genera cierta insatisfacción o ansiedad, nos provoca la certeza de que solo podemos sospechar sus contenidos a través de la extrañeza y la falsificación.


Todas las traducciones provienen de un texto del siglo XVI, el Manuscrito de Chichicastenango, atribuido a un maya cristianizado como Diego Reynoso, quien —no se sabe si memorizando o inventando o copiando de un documento perdido— alfabetizó en caracteres latinos y lengua quiché los pictogramas originales. La narración empieza con una cosmogonía: iluminados con plumas verdes y azules, sobre las tinieblas del mar indiferenciado, aparecen los demiurgos, Tepeu, Gucumatz y Hurakán. Luego de crear la variedad del mundo con sus accidentes geográficos y el reino vegetal, anuncian la necesidad perentoria de hacer una criatura que los reconozca como creadores, que sepa sus nombres, que los venere y los alimente. Los dioses deliberan, proyectan, y luego, utilizando solo la palabra como instrumento sobrenatural de la creación, suscitan a los animales. Cuando ordenan a estas criaturas que digan los nombres de los creadores, solo se oye un caos de graznidos, trinos y rugidos insignificantes; el primer intento de crear una criatura racional ha fallado.(leer más)
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