-Dejarse andar-
Y uno se deja andar por esta vida, y se detiene donde quiere y se
apura cuando quiere y se empapa de vida como quiere. Porque al fin y al cabo en
cualquier ciudad hay una Maga, un pasaje Güemes, una Galerie Vivienne, un
cronopio, un fama o una esperanza, un puente, una avenida, un tren, una
arboleda, un manuscrito perdido en el fondo del bolso, un pez pequeño, un gato,
un perro, instrucciones para cualquiera. Yo tengo en mi ciudad todo eso, y la
vivo así, caminando bajo las estrellas mientras contemplo una luna gigante que
se va poniendo roja cuando proyecto mi dedo índice hacia su cara como diciendo:
toco tu boca y ella, la luna, se pone cada vez más roja, pero sigue ahí para
que uno vuelva a tocarla.
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