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NACIÓN Y FELICIDAD
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El cine y la mentira
El cine (en general lasimágenes fotográficas en movimiento, con sonido, que coloco bajo el rótulo de cine por comodidad), plantea algunos problemas estéticos que comenzaron a atisbarse hacia mediados del siglo XIX, cuando la fotografía era ya un medio técnicamente viable y eficaz. Esos problemas se vinculan a la mimesis, asunto central en las artes de la imagen. Fue a los pocos años de las primeras exhibiciones de cine que Kandinsky presentó el primer cuadro no figurativo de la historia. Los pintores se dieron cuenta de inmediato de que con el nacimiento del nuevo arte acababa de producirse un trastorno grave para los procesos de significación de la imagen. La intensa sensación de realidad que produce la visión de una película en la que una persona gesticula y se mueve no depende del ilusionismo de la textura de la fotografía, de si es monocromática o en color, o de si puede percibirse la profundidad espacial. El cine, al mostrar el movimiento y la continuidad de acciones, establece un mecanismoconceptual, no meramente figurativo, que convence acerca de la verdad.
Esta verdad está relacionada casi invariablemente con el hecho de que el cine, se pretenda o no, tiende, fatalmente, a narrar. Basta hacer mover algo delante de una cámara para que comience a establecerse un proceso narrativo, como explicó incesantemente Norman McLaren con sus animaciones. Lo que vino a acentuar el problema estético que se inició con la fotografía en el siglo XIX y empezaba a plantear el cine de los comienzos del siglo XX fue el desarrollo notable que introdujo Georges Mélies a través de la manipulación de la exposición durante el rodaje, ya en los primerísimos años del medio. Apariciones y desapariciones de personajes y objetos, cambios bruscos de escenario, y otros efectos, mostraron a las claras que había una contradicción entre la intensa sensación de realidad que trasmitía la imagen en movimiento y la ficción del relato trasmitido. Hasta entonces, la verdad extra artística de las obras de arte era un problema ético que se manifestaba en la literatura y en la pintura: Los fusilamientos del 3 de mayo, de Goya, es un cuadro que denuncia solo si confiamos en el individuo Goya. La verdad de la obra radica en el arte; la verdad de la información que trasmite, en la integridad del autor. Con el cine y la fotografía se abre un espacio para el engaño que era imposible antes del operador de la cámara, es decir, en tiempos de la pluma y el pincel.
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