venerdì 4 settembre 2015

[Henciclo] interruptor - Educación, tiempo libre y entretenimiento - la columna de H enciclopedia

 
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         ENTRE ARISTÓTELES Y EL PRESUPUESTO

Educación, tiempo libre y entretenimiento

Aldo Mazzuccheli

La educación en el Uruguay ha
pasado por diferentes etapas. Las ha ido cumpliendo, y el cumplimiento de ellas le ha puesto por delante desafíos nuevos, al ir transformándose la sociedad gracias, en buena medida, a los mismos logros educativos que ha ido siendo capaz de conseguir. Estos logros están todos inscriptos en la tensión entre las tres formas fundamentales de educación moderna. Éstas son la educación técnica y artesanal, por un lado; la educación profesional por otro; finalmente, la educación desinteresada, lo que en inglés se llama “liberal education” y que no tiene una traducción simple al español —por eso sugeriría hablar de “desinterés”. Las tres son formas modernas (es decir, capitalistas y para el capitalismo, basadas en la imprenta y la cultura escrita, y basadas en la noción de ciudadano como individuo libre). Dejemos de lado los que creo hace tiempo los dos componentes principales del problema educativo: la cultura escrita, y el modelo de individuo. Queden para otra ocasión; y hablemos solo del problema del tiempo.

Aquellos tres hilos educativos se han deshilachado en Uruguay en un trenzado complejo, tanto institucionalmente como en términos de su sentido. Las palabras que se emplean aquí pueden causar malentendidos, pues en nuestra tradición educativa se las entiende de modo algo diferente, por lo que corresponde definir los términos. La educación artesanal y técnicaengloba dos cosas en sí diferentes, pero que nuestra educación general ha confundido. Se trata de la formación de operarios y obreros calificados, en el caso de la educación estrictamente técnica, por un lado. Por el otro lado, se trata de la formación de lo que podría llamarse “artistas prácticos”: gente capaz de, en un dominio material y técnico (o tecnológico) cualquiera, de ser creativo, tener iniciativa, y definir hasta cierto punto el rumbo de la materia que transforma. Pedro Figari puso claro todo esto, para el Uruguay, hace más de 100 años.

Por educación profesional se entiende aquí a la educación organizada en profesiones: Derecho, Ingeniería, Arquitectura, Medicina, Economía en su doble veta de Economista y Contador, Agronomía, Veterinaria, Odontología, etc. También es, como tradicionalmente se la ha llamado aquí, educación profesional a la educación para otras profesiones que, sin una razón clara, se ha considerado de menor rango (“Instalaciones sanitarias”, “Mecánica automotriz”, “Panadería y repostería”, “Composición y armado en pantalla”, etc.) Esta tendencia a la profesionalización es la tendencia más fuerte dentro de una sociedad moderna y capitalista, como es natural. A la vez que la educación profesional provee al sujeto con saberes supuestamente aplicables en su ejercicio posterior, lo fundamental de su organización es garantir lalegitimidad del ejercicio de determinada profesión. Cumplen una función legitimadora e integradora de los sujetos a sistemas de sentido que no siempre tienen como centro la evaluación de la calidad ni de la especificidad de la práctica profesional. Se puede uno “formar como” arquitecto o como odontólogo, obtener el título, y fracasar completamente en el desempeño siquiera mínimo de las funciones profesionales. Pese a ello, si soy un arquitecto titulado, puedo por ese mero hecho aspirar a un aumento salarial significativo en mi empleo público o privado. Esto último es importante en un sistema social como el uruguayo y hay que tenerlo en cuenta en su verdadera dimensión. Ni la educación técnica ni la profesional tienen, en principio, nada que ver con educar para un uso libre del propio tiempo.
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Queda por considerar la suerte de la educación llamada desinteresada. La formación en lo que en su momento se entendió como “artes liberales”, es decir, como el uso más digno que un hombre libre podía hacer de su tiempo libre, quedó, en todo el esquema decimonónico de raíz positivista y modernizadora, relegado a ser una suerte de decoración cultural de la vida “positiva”, encarnada por la asunción, por parte del ciudadano, de un acuerdo implícito con el Estado y (supuestamente, a través de éste) con su sociedad. Formarse para ser “útil” pasó a ser, desde aquel momento, sinónimo de no dedicarse a la formación pura del sujeto como tal (de todas sus capacidades, libremente, tratando de encontrar su máximo de la forma peculiar e individual de la que cada sujeto sería capaz: el enfoque que en Alemania se conectó con el término Bildung) sino una formación que lo encadene a cumplir un rol dentro del esquema productivo capitalista. La contrapartida de esta dura imposición, siempre disfrazada bajo la forma del “bien” y la “utilidad”, fue una oferta de entretenimiento (que incluía, bajo esa forma, el poner a disposición bienes culturales a través de teatro, literatura, museos, exposiciones, parques y espacios de recreación, y más tarde el cine y luego los medios masivos de comunicación).
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