giovedì 13 agosto 2015

No. 387 - La mentira de la literatura

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DIRECTOR: Gonzalo Márquez Cristo. EDITORES: Amparo Osorio, Iván Beltrán Castillo. COMITÉ EDITORIALFabio Jurado Valencia, Carlos Fajardo. CONFABULADORES: José Chalarca, Maldoror, Sergio Trujillo Béjar, Fabio Martínez, Fernando Maldonado, Gabriel Arturo Castro, Guillermo Bustamante Zamudio. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo Häsler (España); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Adalber Salas (Venezuela); Renato Sandoval (Perú); Efer Arocha, Jorge Torres, Jorge Najar (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Luis Bravo (Uruguay); Armando Rodríguez Ballesteros, Osvaldo Sauma (Costa Rica).
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La mentira de la literatura


Por Gabriel Arturo Castro*

“Había una vez en la cima de la colina un pequeño pastor que pasaba todo el tiempo cuidando a sus ovejas y mientras las veía, se le ocurrió hacer una broma a los demás pastores del pueblo para divertirse. Una mañana se dirigió a lo alto de la colina, donde pastaban sus corderos y se puso a gritar: - Socorro, el lobo, viene el lobo, ayuda”. 
Así inicia la historia del pastorcito mentiroso, la conocida fábula que para Nabokov es el comienzo del arte literario. Fabular es crear una mentira consistente, donde existen dentro de este mundo otras realidades paralelas e incluyentes, mágicas, ficcionales, míticas, alucinatorias y encantadas. Al respecto afirma Jesús Maestro: “Se confirma que la ficción forma parte necesariamente de la realidad, porque Realidad y Ficción no son conceptos dialécticos, sino conceptos conjugados. La ficción es interpretable —y posible— porque existe la realidad, en cuyas estructuras (formas y materias) toda ficción está insertada, como construcción real y como realidad constituyente. Por esta razón la ficción literaria no es una suerte de réplica de la realidad, verosímilmente expresada o compuesta, según umbrales de aproximación”.
“Para no perecer en la verdad tenemos al arte”, escribió Nietzsche. De acuerdo, la literatura artística no sustituye la realidad primera, sino que la enriquece y la transgrede, desobedeciendo su lógica inmediata y su literalidad, creando otra realidad, distinta, profunda, alusiva, más allá de la representación mimética o de la fijación de la verdad absoluta. El arte no es na mentira metonímica sino metafórica.  Iser dice que “no es de extrañar, pues, que a las ficciones literarias se les haya atribuido la etiqueta de mentiras, ya que hablan de lo que no existe, aunque presentan la no realidad como si realmente existiera”. Lo anterior, según Luis Alfonso Ramírez Peña, es posible “porque el discurso literario es presentado como una creencia, una manera de ver el mundo, un mundo imaginado o recreado por el autor, a partir del cual los enunciados adquieren su valor de verdad”. Para Iser la ficcionalidad es comparable con la mentira: “La mentira y la literatura siempre contienen dos mundos: la mentira incorpora la verdad y el propósito por el cual la verdad debe quedar oculta”. Sin embargo para Ramírez Peña: “La mentira no se diferencia de la ficción porque tenga la doble realidad. Esto es igual en la literatura, pero en la mentira al oponerla a la falsedad, se busca la realidad con la presentación de otra; en cambio, en la falsedad, no advierte la falsedad que está construyendo. En la literatura, el autor quiere mostrar la realidad como la ve, pero el interlocutor advierte la ficcionalidad por la participación en el ámbito literario”.
La literatura auténtica, convincente, orgánica y coherente, es construida como una mentira respecto a la realidad veraz, física y directa, muy lejos de la falsedad, proveniente de la literatura inconexa, fragmentaria, dispersa, reproductiva, mimética y mecánica, el arte del camuflaje. Al contrario de la afirmación de Pessoa, la mentira no es una inexactitud, dado que la mentira es otra creación legítima que dispone dentro de sí una sospecha sobre el régimen de verdad instaurado. Tampoco en el arte la mentira se halla próxima a la noción restringida o negativa  de cinismo,  engaño, distracción, eufemismo, verosimilitud, entretenimiento trivial o embuste, aspectos que hacen parte del dominio de la percepción moral: censura, castigo, prejuicio, juicio, insulto, engaño, el fraude propio del embaucador. En contravía, la mentira es robusta desde la fabricación de una trama narrativa que oculta el sentido liminal, huidizo e inasible; en cambio, la falsedad es frágil, superficial, objetiva, inconsistente, mendaz, falaz y turbia, porque expone su truco fácil, evidente, transparente y diáfano.
El mal arte es una apariencia, mendacidad, evasión, falsedad o un ardid desplegado por un poder manipulador, interesado y poco sincero, es decir, sin convicción. En cambio el buen arte proviene de la mentira, considerada ésta como otra verdad, ilusión, contradicción, paradoja, absurdo, imposibilidad, equívoco, desvío e irrealidad ilimitada y positiva, otro mundo habitable, incluyente. Sin la mentira todo arte carece de sentido, según Etienne Rey:
“La gran atracción de la mentira consiste en que es algo personal. Le pertenece a uno, es su trabajo, su obra. Cuando uno miente interviene en el orden de las cosas, las cambia, las dispone en el orden que le parece conveniente”.
Desde la mirada de Severo Sarduy, la falsedad es copia y la mentira simulacro, es decir, simulación, metamorfosis. La literatura no copia, simula, va más allá de la apariencia y trasforma el fetiche de su máscara, crea la inexistencia, la irrealidad metafísica sin la correspondencia directa con la realidad que nos intimida o aterroriza.
La mentira sería aquella aparición súbita e imaginaria, desmesurada, recreada, radical, amplia, lúdica, forjadora de mundos que sobrepasan los límites monótonos. Jugamos a desconfiar de la certeza e involucrarnos con la incertidumbre y la ambigüedad, y en ese movimiento dramático la realidad evidente desaparece, dando paso a la ficción, a la invención de ilusiones, al extrañamiento, la percepción inédita, dislocada, que convierte al mundo en nuevo, auténtico, imprevisible, distinto de la percepción común o anodina.
Ya no somos esclavos de la verdad, sino que nos convertimos en los bufones libres de Nietzsche, los del arte travieso, ligero, burlón e infantil. El pastorcito mentiroso regresa y con él sus lobos y sus espejismos.

*Poeta y ensayista colombiano


Moreno y Sáenz Peña - CUENTO




Por G. Jaramillo Rojas*

Por fin la luz empieza a asomar. Va llegando la octava hora del día y todavía oscuro. No hay derecho. Nuestra noche fue helada y en todo su transcurso mis ojos estuvieron impulsados a la acción de la calle. En más de dos años jamás vi tanto movimiento en la esquina de Moreno y Sáenz Peña. Realmente no pasó nada del otro mundo, pero bueno, a mi parecer hubo allí una decepción, un gran decepción, muy malograda y todo –le puede parecer al lector-, pero lo que cuenta es el revés que originó y la bofetada que significó.   
     Hasta anoche creía fielmente que era necesario habitar las sombras para que de vez en cuando uno pudiera darse el lujo de no querer pertenecer más a este mundo. Entonces, cuando llegó la oscuridad, la verdadera oscuridad, me volví silueta y me dejé ir por sobre los andenes con la prisa y la desconfianza de la gente hasta llegar al lugar de siempre y encontrar a los compinches de siempre. Somos nosotros, los mismos idiotas, hablando de las mismas sandeces y esperando descubrir otro trozo de piel de la chica brasileña del segundo piso del viejo edificio de la confitería Sur, que entre rojizos penumbrosos y delgadas cortinas suele desvestirse una o dos veces por semana ante nuestra agitada vigilancia. Yo no soy un vago. O por lo menos esa es la desheredada imagen que tengo de mí mismo: soy alguien que básicamente espera. ¿Para qué soy alguien? Para esperar. No sé, es irrelevante. Pero bueno ¿Qué espero? Realmente lo ignoro. Lo que sí puedo atestiguar es que mis colegas no tienen remedio. Son tipos separados del mundo, que se han ganado el privilegio de perderse en sus fútiles conservaciones y conversaciones: Diego, un rastafari repositor de minimercado y cuarentón con veintinueve años de experiencia en el mundo canábico, y León, un profesional del alcoholismo de treinta y dos años y militante –bebedor- de un movimiento que reivindica a los desaparecidos de la última dictadura. Y yo, no sé… habría que preguntar por mí.
     Casi todas las noches, hora tras hora, seca tras seca y palabra tras palabra, pasamos el abúlico tiempo noctívago como esperando señales. Somos los guardianes de esta esquina que en realidad son 4 esquinas y las protegemos de sus respectivas soledades, precisamente, acompañándolas. Vivimos el vacío de cada esquina como monarcas sometidos. Y derrocados. Sabemos muy bien que todos los gatos de noche no son pardos, sino radicalmente negros y que, como nosotros, escoltan las sombras por simple sino. Allí arriba, desde el último verano, la brasileña posa entre nuestras sienes, lejos de todas las porquerías del mundo. Ella es una amante inusual y compartida, cuya posesión carnal es lo que menos nos interesa. Ella es la única que nos hace comulgar al unísono y por separado: una divinidad. Creo yo. Diego dice que la cuidamos, León calla, yo no entiendo nada. Ahí aparece, 02:07 am, despejada, sensorial, consciente de sus espectadores, suspendida en su deseo, francamente odiosa. Hace su homilía, nos trae el sacramento, concentra los enigmas, martiriza nuestra fe, redime nuestras ruinas. En silencio hacemos glosa de este invierno, mientras por esa ventana nos es revelado el fuego, quemándonos hasta la conclusión. Nosotros suplicamos, oramos, nos arrodillamos, nos exorcizamos para no dar por perdida esta nostalgia angelical que nos convoca al maravilloso misterio de su desnudez. Y pum, pum, pum. Se acabaron los cigarrillos, ¡justo! Y el cartón de vino recogía las gotas de la primera lluvia del día ¡mala suerte! Por fortuna viene un vago –un verdadero vago- cruzando Belgrano por Sáenz Peña. Una luz se mueve entre sus dedos. Buena señal. Los tres ansiosos tenemos repartida la atención. La chica empieza a bendecir a sus fieles. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Santa Mujer! ¡Diosa! ¡Virgen! -¿Qué milan?- pregunta una voz orientaloide. –Nada- Repliqué yo con cierto ímpetu. -¿Ché, me convidás un pucho?- Dice León al extraño. –Ela el último, pelo si quele una seca tomá- responde mostrando su cigarrillo. Diego mira al tipo con cierta escama y le dice –No, está bien-. El intruso mira hacia el tercer piso y dice –E la besheza ¿la conocen?- Pregunta que me atribuí personal y a la que respondí enseguida con otra pregunta -¿Qué puede saber usted de belleza?- -milá- -respondió el tipo indignado- -sho no sé, pelo si digo una cosa que pala mí e vedá y e que aonde hay besheza hay piedá po la lazón de que toa besheza debe molil…- - ¡Pero claro!- -Exclamó Diego sin titubeo alguno- -Haría lo imposible por hacerla inmortal, pero bueno, por ahora nos toca seguir disfrutando de las bondades momentáneas que nos dan las invariables leshes de la naturaleza… ché, Leo ¿viste esas tetas? Redonditas... -León reacciona contra el intruso- -Miramos el cielo, capo ¡y ni siquiera se ve!- -Pol eso digo- respondió el extraño mostrándonos su espalda y emprendiendo su marcha por Moreno. Al volvernos sobre la ventana ya nuestra divinidad había desaparecido. -¡Chino pelotudo!- dijo socarronamente Diego con sus pupilas rojas metidas muy adentro de sus ojos, mientras León huía indignado por la no consumación de su esperanza y posiblemente por la falta de bebida.
     Siendo las 07:37 am, aún oscuro y con una visibilidad no superior a los 10 metros y a unos 2° grados de térmica, sigo sentado en el mismo lugar pensando en la dichosa piedad que el tipo ese presagió para toda belleza. Me siento perdido entre la bulla de la ciudad que se despierta ignorante de su noche, y con la gente caminando entre mis ojeras dirigiéndose a sus propios mataderos, decido olvidarme de mis amigos y de la brasileña. Y también de la puta esquina. Alguien se compadece de la escena que represento y me arroja una moneda. Sé que soy muy feo. Pero algún día tendré que morir o por lo menos desaparecer y para eso habrá que esperar. Como siempre.
     
*Nació en 1987. Estudió Sociología en el Externado de Colombia y, posteriormente, una maestría en Sociología de la Cultura en alguna universidad argentina. Actualmente trabaja como editor y redactor para revistas digitales y programas de radio independientes de arte, cultura y sociedad en Buenos Aires y Montevideo.

Poema inédito de H. Socarrás
(Bogotá, 1945). Adoptado por varias ciudades de la costa atlántica vive actualmente en Cartagena de Indias. Autor de Un solo aquello (1980), Trapecios (1981), Piel imagina (1987), Sin manos de atar (1989), Que la tierra te sea leve (1992), Cántico hechizo (1992) y de una antología de su obra titulada Poemas (1994).

PRIMERO HAY una muerte
y un error

casi voluntario.

Después, la misma muerte
con forma de camino
y una quietud que no se altera

sin aroma,
sin eternidad.

Es así.
Llena y conforme.

Contiene agua
y vegetación suficiente,

para concluir.


CARTAS DE LOS LECTORES

VENTA DE LAS ISLAS GRIEGAS. Es una desgracia para la humanidad que los países más poderosos de la unión europea de tanto acosar a Grecia, país al que le deben gran parte de su cultura y que han saqueado sin tregua durante siglos, hayan llevado al gobierno Egeo a tomar la decisión de vender algo tan sagrado como sus islas. Cristiano Ronaldo acaba de regalarle una de ellas a su inculto manager, lo que es una ignominia pues todos somos dueños de esas islas colmadas de historia, de esos hermosos parajes que son la cuna de Occidente. Como van las cosas Odiseo ya no podrá volver a Ítaca, y no por los sortilegios de Circe o de las sirenas, sino porque los millonarios que la han comprado habrán puesto un Resort y ni la astucia de Ulises servirá. ¡Qué miserable mundo hemos construido! Con-Fabulación.

* * *
NEREO LÒPEZ. Bonito tributo a esa figura enorme de la fotografía colombiana. Bien por Con-Fabulación por darle a los artistas lo que se merecen, y en vida! Luis Fernando Silva.

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EDUARDO GÓMEZ. Excelentes los poemas de Eduardo Gómez, para mí uno de las mejores plumas de este país. “Otra vez como al nacer estoy desnudo”. Lindos versos. Lucía Sanabria.

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CUENTOS PERVERSOS. Me reí mucho leyendo el cuento de Apollinaire. ¿En dónde puedo comprar el libro Cuentos perversos?  Fernando Ortega.
            Respuesta: http://coleccionlosconjurados.blogspot.com/

* * *


Obra de Fernando Maldonado: “La Venus de la pantalla”

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