domenica 5 ottobre 2014

[Henciclo] interruptor - Conocimiento y tecnicaturas - la columna de H enciclopedia



/
/
/
/
/
/


       
  OLVÍDATE DE TI MISMO
Conocimiento y tecnicaturas
Amir Hamed
Al sofista Protágoras de Abdera
se lo recuerda sobre todo por dos máximas que pueden ser expuestas así: que el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son y de las que dejan de serlo, cosa que fue interpretada, al menos algo así interpretó Platón, como que todo depende del cristal con que se mire, y que no se puede determinar la existencia de los dioses por ser esa materia oscura y la vida humana demasiado breve, lo que lo estaría convirtiendo en pragmático de todas las horas y agnóstico de primera línea. Según se dijo, habría sido el primer sofista, y el primero en cobrar por sus clases, algo que según el diálogo que le dedica Platón, lo había vuelto bastante próspero.

Se lo puede entender como la gran figura a oponerle a Sócrates, y en rigor el Protágoras, el diálogo que le dedica Platón se cierra indeciso, con protestas recíprocas de admiración entre el dialéctico ateniense, que duda que la virtud se pueda transmitir, y el sofista itinerante, que está persuadido de que sí se puede, y que en efecto, él la transmite. Habría estado un par de veces en Atenas, una en que trabó amistad con Pericles, y otra en la que, al parecer, debió huir tras haber leído, tal vez en la casa de Eurípides, su tratado Sobre los dioses, hace mucho perdido. Según Diógenes Laercio, esa lectura le habría conjurado una asamblea en el ágora que lo habría desterrado, aunque Filóstrato, más tarde, entendió que nunca hubo juicio, que el sofista huyó, y que los atenienses quemaron sus obras. 
En lo que concurren las versiones es que Protágoras se apresuró a salir de Atenas y, según algunos, la nave que lo sacó de apuro se hundió, pereciendo en su fuga.
Cualquiera de las versiones deja en claro que, como en una tragedia ateniense, Protágoras prosperó hasta que le dio por meterse con los dioses de Atenas, impiedad de la que no saldría indemne. Los dioses de Atenas, como se sabe, se ensañaron también con su contraparte, es decir con Sócrates, quien sería acusado, llegado el día, de corromper a la juventud de la ciudad y de negar a sus divinidades. Sócrates, nadie ignora, no aceptó el destierro porque, contrario a los sofistas, que como viajantes de plaza iban mercadeando su saber ciudad por ciudad, él es por antonomasia el filósofo de Atenas, ciudad de la que eligió despedirse, descartando el destierro, con un brindis terminal servido en copa de cicuta.

Ahora que si Sócrates era ciudadano recalcitrante, que prefería morir a abandonar los límites de la ciudad, si de algo se lo juzgó culpable fue de atentar contra el Estado, de extranjerizarlo. En su Memorabilia, Jenofonte recuerda que Sócrates fue hallado culpable, puntualmente, de no reconocer a los dioses del Estado y de haberle importado, subrepticiamente, divinidades extrañas, en ese sentido extranjeras, propias no de la ciudad sino del filósofo. En primer término, parecería sorprender que cuando Sócrates establece su defensa, según lo que consta en la Apología de Platón, comience por centrarse, no en la perversión a los jóvenes, no en su impiedad, sino en algo de lo que no ha sido acusado. Lo primero que establece en su defensa, como advirtiendo se trata de algo subyacente a las acusaciones, es por qué no cobra sus clases. Explica Sócrates, entonces, que no cobra, como sí hacen los sofistas y los maestros de ciencia física porque, a diferencia de éstos, él no tiene nada que enseñar, es decir, ninguna virtud que transmitir.(leer más)
© 2014 H enciclopedia - www.henciclopedia.org.uy

--

Nessun commento:

Posta un commento