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LA PANTALLA Y LA LECTURA Carlos Rehermann |
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Escritura
La escritura es
un dispositivo
unidimensional. La lectura solo se puede realizar avanzando ordenadamente a lo largo de la línea escrita. Cualquier otra forma de lectura es equivocada, pervierte el sentido del discurso y desacomoda el sentido. La lectura es sirviente de la escritura, que es tirana. El orden en que están colocadas las letras y las palabras es esencial para que se cumpla a cabalidad el acto que le da sentido a la escritura. Esta frase no tiene sentido si se lee así: Esta frase tiene sentido si no se lee así.
Esta linealidad de la escritura no
debe confundirse con la linealidad o no linealidad que reclamaban en los años
1950 o 1960 quienes procuraban una revolución en la literatura, o en la
política. No estaba muy claro —o no era una intención muy lineal. Lo
lineal era chato, pobre, aburguesado, y significaba simplemente una
historia contada con puntos de vista y secuencias temporales explícitos. Lo
"no lineal" era el estilo indirecto libre, los insertos de voces
múltiples, los cambios de tiempo y puntos de vista inesperados.
Pero todo eso no le quitaba
linealidad al dispositivo, es decir, al texto escrito: para leer a un poeta
experimental de los años 1960 que publica una novela en hojas sueltas, que
cada lector recibirá en un orden aleatorio, hay que seguir el orden en el que
escribió las palabras. Los Cent Mille
Milliards de Poèmes de Queneau
funcionan porque cada uno de los versos puede leerse en correcto
francés. La colección de relatos para jóvenes "Elige tu propia
aventura", en la que el lector es invitado a elegir entre dos
posibilidades cada pocas páginas tiene una filosofía completamente
diferente a la que proponía Queneau con sus poemas.
La interpretación
más común de las bondades de la elección de líneas de acción en la colección
juvenil se explica así por parte de un autor de Wikipedia:
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Cada opción manda al lector a una página distinta dentro del libro. De esta forma, el relato pasa de tener una estructura lineal a una con ramificaciones. Hay muchos finales, unos buenos y otros malos, dependiendo de la astucia del lector o de si ha tomado una decisión ética. En estos libros suele premiarse la prudencia, la inteligencia o la bondad. Son muy educativos porque estimulan las ganas de leer y la capacidad de decisión. Los niños comprenden que sus decisiones pueden ser relevantes.
No parece tan claro que esta clase
de libros estimule las ganas de leer. De hecho, suelen ser historias bastante
torpes, con personajes esquemáticos, y la falta de linealidad sigue un craso
patrón pavloviano: el lector aprende con rapidez a elegir éticamente bien
(según los criterios de la editorial) de modo de ser recompensado con un
final feliz. Es probable que el lector de esa clase de historias no soporte
luego la lectura de Dostoievski, Onetti, o Highsmith. Pero incluso si esta
falta de linealidad fuera de buena calidad —cosa que hasta ahora la realidad
no ha demostrado que sea posible— de cualquier manera cada una de las líneas
elegidas seguiría siendo lo que es: una línea.(leer más)
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